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Juan Diego ‘La Máquina’ Ortiz: campeón mundial y ejemplo de lucha en medio del olvido institucional

Con los puños llenos de esfuerzo y el corazón vestido de patria, el boxeador nariñense Juan Diego ‘La Máquina’ Ortiz volvió a poner el nombre de Nariño en la élite del boxeo internacional al coronarse campeón Plata del Consejo Mundial de Boxeo (WBC) en la categoría mediano (160 libras), en un combate disputado en Estambul, Turquía.

Después de 31 años de sequía internacional, Nariño vuelve a brillar gracias al talento, la disciplina y la historia de un joven que, contra todo pronóstico y sin el respaldo estructural que merece, logró lo que muchos sueñan: alcanzar la gloria mundial en un deporte donde cada golpe es también contra el abandono y la indiferencia estatal.

El alcalde de Pasto, Nicolás Toro Muñoz, junto a miembros del Concejo Municipal, recibió al campeón con un homenaje protocolario. Juan Diego entregó simbólicamente su cinturón como símbolo de compromiso con su tierra. Pero más allá de los aplausos, el llamado es claro y urgente: Nariño necesita invertir de verdad en el deporte, no solo aplaudir a quienes triunfan pese a la precariedad.

¿Eso es lo que merece un campeón mundial?

Ortiz, con humildad, agradeció el recibimiento y lanzó una frase contundente:

“El deporte transforma vidas, mantiene a los jóvenes alejados de los vicios. Es una herramienta de cambio, pero necesita apoyo real”.

🛑 No más promesas sin recursos

La historia de Juan Diego no puede ser otro caso de triunfo individual frente al abandono colectivo. Nariño necesita escuelas de formación dignas, infraestructura real, respaldo económico y políticas públicas que no lleguen solo después de los títulos.

El boxeo, como muchos deportes de combate, es una salida para cientos de jóvenes que enfrentan la pobreza, la violencia o la exclusión. Ignorar esta realidad es perpetuar el abandono.

✊ Desde el ring hasta la calle, ‘La Máquina’ Ortiz golpea la indiferencia

Su victoria en Estambul no solo es un título: es un grito, una advertencia y una oportunidad para que Pasto y Nariño entiendan que el talento existe, pero sin apoyo, los guantes pesan más y los sueños se desgastan en el camino.

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